Impuestos Saludables

Los impuestos saludables son aquellos que gravan los productos no saludables (por ejemplo, tabaco, alcohol, bebidas azucaradas). El consumo de estos productos es un factor de riesgo importante para múltiples enfermedades no transmisibles (ENT), incluidas enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias y diabetes. Asimismo, el consumo de estos productos genera externalidades negativas, así como consecuencias socialmente indeseables que no se reflejan en su precio de mercado.

Los impuestos saludables contribuyen a reducir el consumo de estos productos no saludables. Desde una perspectiva de salud, los impuestos selectivos al consumo presentan un mayor potencial, ya que permiten a los responsables de la formulación de políticas apuntar a productos seleccionados y aumentar su precio, lo cual los hace relativamente menos asequibles que otros bienes y servicios. En consecuencia, los impuestos saludables conducen a una población más saludable, una reducción a largo plazo en los costos de atención médica, y potenciales ganancias en productividad laboral. Asimismo, generan ingresos fiscales estables y predecibles.

De ese modo, los impuestos saludables representan una herramienta para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ya que:

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Impuestos a las bebidas azucaradas:

¿Por qué son importantes los impuestos a las bebidas azucaradas?

A nivel internacional, los impuestos sobre los alimentos y las bebidas se han recomendado como parte fundamental de un enfoque integral para abordar el sobrepeso y la obesidad infantil y prevenir las ENT relacionadas con la dieta. La OMS y la Comisión para acabar con la obesidad infantil han calificado el gravado de impuestos a las bebidas azucaradas como la “mejor opción”, y UNICEF lo ha recomendado para prevenir el sobrepeso y la obesidad infantil.

Los objetivos de los impuestos sobre las bebidas azucaradas son cinco:

  1. Aumentar el precio de venta minorista de las bebidas azucaradas, así como reducir su compra y consumo.
  2. Fomentar el consumo de agua potable.
  3. Cambiar las normas sociales enviando un mensaje contundente de que el consumo regular de bebidas azucaradas no forma parte de una dieta sana y nutritiva.
  4. Reducir el consumo de azúcares libres en la población, en especial en los niños, niñas y adolescentes.
  5. Generar importantes ingresos públicos, que puedan reinvertirse en la salud y el bienestar de la sociedad.

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